miércoles, 20 de noviembre de 2013

Adora a Dios "Desde el Fondo del Mar"



Hay un corito que últimamente ha cobrado un significado muy especial para mi; ha hecho nido en lo profundo de mi pecho. Dice así:


“Desde el fondo del mar
Del más alto lugar
Del más hondo abismo
Te alabaré

Desde mi corazón
Fuerte o débil esté
Cada instante de mi vida
Con gozo yo diré

Que tu eres la roca eterna
Señor sobre el cielo y tierra
Tu eres Dios

Que toda criatura adore
Que toda nación se postre a ti
Señor, tu eres Dios.”



Uno de los secretos de la vida para ser feliz es el de alabar a Dios en todo momento. ¿Qué difícil no? ¿Cómo alabar a Dios en medio de la tempestad? ¿En medio de la angustia? ¿En medio de la prueba? Pero quizá muchos de nosotros tenemos un concepto erróneo de lo que es alabar a Dios.

En la Biblia se menciona más de 300 veces la palabra “Adorar”, y el idioma Hebreo usa una cantidad de verbos para expresar tal acción. Pero el verbo que más me llama la atención es el verbo “NAVAH” que significa “Embellecer.” Toda declaración o acto que “embellezca” a Dios o el nombre de Dios es un acto de adoración.

Al contemplar el inmenso océano y el oleaje de la playa de Aguadilla, P.R. este fin de semana pasado, simplemente me quedé sin palabras. Es inmenso, de colores inexplicables y lleno de criaturas que nunca podremos identificar a su plenitud. Al responder al deseo de mi cuerpo de nadar en sus tormentosas olas, me di cuenta en un momento que se me hacía muy difícil regresar a la orilla de la playa. Sus olas me cubrían, la corriente me jalaba, el miedo que un animal se me acercara también me atormentaba y por más fuerte que nadara me parecía imposible regresar. Clamé a Dios, y Él me llevó a territorio seguro.

Finalmente al salir después del arduo trabajo, contemplé una vez más el tenebroso océano y no pude contener pensar en la oración de Jonás.

“En mi angustia invoqué al Señor, y él me oyó. Desde el seno del sepulcro clamé, y oíste mi voz. Me echaste en lo profundo del mar. Me rodeó la corriente. Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí. Entonces pensé: ‘Estoy rechazado por ti’. Sin embargo, volveré a mirar tu santo templo. Las aguas me rodearon por completo. Me rodeó el abismo, y las algas enredaron mi cabeza. Cuando mi vida desfallecía en mí, me acordé del Señor. Y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo templo. Los que siguen a los ídolos ilusorios, pierden la gracia que podrían alcanzar. Pero yo, con voz de alabanza, te ofreceré sacrificios. Pagaré lo que prometí. La salvación viene del Señor” (Jonás 2:2-9).

No se por cual angustia o sepulcro estés pasando o que profundidad del mar estés situado. Quizá sientas que estás nadando contra la corriente y los problemas se acumulan más y más. Probablemente te sientes rechazado por Él, y la obscuridad del abismo donde te encuentras te impiden mirar aún la palma de tu mano.

Sin embargo, te invito en que en tu angustia invoques al Señor porque te aseguro que Él te escuchará. Ahí, desde ese sepulcro donde te encuentras, ¡Clama a tu Dios! Y no dejes que el enemigo te engañe diciendo que has sido rechazado por tu Salvador. ¡Acuérdate del Todopoderoso y EMBELLECE su Santo nombre! Y te aseguro que veras la salvación de nuestro Creador.

Así que, adopta este corito, “Desde el fondo del mar.” Y embellece su nombre ahí desde esas profundas aguas que te encuentras. Porque recuerda que así como el Señor salvó a Jonás también lo hará contigo.


Bendiciones!