Sin importar las creencias religiosas de las
personas, hemos aprendido a justificar nuestros errores muy frecuentemente al
decir, “somos humanos.” Porque se nos ha enseñado que nuestra naturaleza esta
íntimamente relacionada con errar. Somos imperfectos, metemos la pata, desde nuestro ámbito espiritual, a lo profesional,
y hasta nuestras relaciones íntimas y personales.
Quizá alguna vez hemos escuchado las
siguientes frases:
1.
“Perdónanos de la misma
manera que perdonamos a los que nos ofenden” –Mateo 6:12
2.
“Mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre
os perdonará vuestras ofensas” –Mateo 6:15
3.
“Cuántas veces perdonaré a mi hermano? –Setenta veces siete” –Mateo
18:21-35
Recientemente estuve en un hogar donde el
padre de familia estaba ya desde varios meses en cama sin hablar. Un vegetal.
La familia nos llamó para ungirlo. Durante la visita poco a poco
fueron llegando, sin que nadie los haya citado, cada uno de los hijos.
Eventualmente hasta el padre del enfermo se presentó. El Espíritu Santo los fue
tocando uno a uno hasta llevarlos a confesar sus faltas los unos con los otros.
Y hasta el padre le pidió perdón a su hijo en cama. La falta que llevaba en su
corazón por cincuenta años finalmente fue levantada, y con lágrimas en sus ojos
expresó, “Ya me siento mucho mejor.”
Sin duda alguna el libro de Santiago,
capítulo cinco versículo dieciséis, no se equivoca al decir que la confesión y
perdón de pecados sana el corazón. Fue tanto el alivio de este hermano en cama
que descansó en paz a una hora y media después de la visita.
Si hemos aprendido tan perfectamente a decir,
“Somos humanos”, por qué no hemos aprendido a decir, “perdóname”? Y es que la
verdad nos cuesta mucho. En vez de expresar nuestra petición decimos,
·
“Si te ofendí…”
·
“Discúlpame, pero…”
o el pero justifica tu acción.
Nunca lo uses para pedir perdón.
·
“Quizá te ofendí…”
·
Un disculpa en vez de un perdón
Creo firmemente que cometer errores es de
humanos. De igual manera creo que lo es el de pedir perdón, especialmente los
unos a los otros. Por medio de esta práctica llegamos a conocer más a Dios y a
ser partícipe de su naturaleza divina. Para mi este es el llamado más grande
que el ser humano tiene.
Bendiciones en tu día!
-Pastor Sergio Ochaeta
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