“También, dale a mi hijo Salomón un corazón íntegro para que cumpla tus mandamientos, tus testimonios y tus normas; y para que ejecute todas las cosas previstas, y te edifique el palacio para el cual hice provisión” (1 Cr 29:19).
En el corazón de un visionario nace el sueño de
plantar una iglesia Adventista en la bella ciudad de The Dalles, Oregon. Se
dice que tener visión es tener la habilidad de ver lo invisible. Así que,
¿cómo? No hay un edificio disponible, tampoco se tiene a una persona dispuesta
para predicar y dar estudios bíblicos, y previos intentos han fracasado en
cuanto a la visión. Los deseos de este personaje son genuinos, pero ¿cuáles
son los de Dios? El capítulo 29 de 1 Crónicas nos da una enseñanza vital en
cuanto al deseo del Señor acerca de la evangelización de las almas: Un corazón
íntegro.
“Después el rey David dijo a toda la asamblea: ‘Solo
a mi hijo Salomón eligió Dios. El es joven e inexperto’” (29:1). Quizá en
muchas ocasiones hemos pensado que porque somos jóvenes o inexpertos no somos
capaces de llevar acabo la obra de Dios. No obstante, las escrituras nos dan
vasta evidencia de personas que tienen estas características que se jugaron el
todo por el todo por la causa del Señor. No solamente las escrituras atestiguan,
sino que también las vidas de Saúl & Benjamín Solorio, Mario,
Guillermo & Marlene Heredia, Juan Barajas (alias el Sanguíneo), Martha & Betty
Negrete, Alex & Angelina Zapien, familia Rico, y Maritza & Juan Valdez, jóvenes líderes de la Iglesia Adventista de
The Dalles.
El rey David menciona una y otra vez en este
capítulo que “las riquezas y la gloria proceden de Dios…” Así que él no está
muy preocupado por el edificio y el dinero con el que se va a construir, sino
por el corazón de su hijo Salomón y del pueblo; lo menciona tres veces.
Con mucha razón dice la palabra de Dios, “Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas.” Quizá nuestras oraciones debieran de cesar de pedir un edificio,
dinero, u otras provisiones para con la obra de Dios. Y reemplazarlas con una
simple oración, “Danos, Señor, un corazón íntegro.” Ciertamente los estudios
bíblicos, la provisión para el templo, el conocimiento de la Palabra, las ganas
para ejecutar todo los previsto por Dios, los bautismos y el crecimiento de
iglesia vendrá. Un corazón íntegro que se identifique con el corazón de Jesús
nos habilitará para ver lo invisible y hacer lo imposible.