jueves, 30 de enero de 2014

Adora a Dios con un Corazón Íntegro



“También, dale a mi hijo Salomón un corazón íntegro para que cumpla tus mandamientos, tus testimonios y tus normas; y para que ejecute todas las cosas previstas, y te edifique el palacio para el cual hice provisión” (1 Cr 29:19).


En el corazón de un visionario nace el sueño de plantar una iglesia Adventista en la bella ciudad de The Dalles, Oregon. Se dice que tener visión es tener la habilidad de ver lo invisible. Así que, ¿cómo? No hay un edificio disponible, tampoco se tiene a una persona dispuesta para predicar y dar estudios bíblicos, y previos intentos han fracasado en cuanto a la visión. Los deseos de este personaje son genuinos, pero ¿cuáles son los de Dios? El capítulo 29 de 1 Crónicas nos da una enseñanza vital en cuanto al deseo del Señor acerca de la evangelización de las almas: Un corazón íntegro.

“Después el rey David dijo a toda la asamblea: ‘Solo a mi hijo Salomón eligió Dios. El es joven e inexperto’” (29:1). Quizá en muchas ocasiones hemos pensado que porque somos jóvenes o inexpertos no somos capaces de llevar acabo la obra de Dios. No obstante, las escrituras nos dan vasta evidencia de personas que tienen estas características que se jugaron el todo por el todo por la causa del Señor. No solamente las escrituras atestiguan, sino que también las vidas de Saúl & Benjamín Solorio, Mario, Guillermo & Marlene Heredia, Juan Barajas (alias el Sanguíneo), Martha & Betty Negrete, Alex & Angelina Zapien, familia Rico, y Maritza & Juan Valdez, jóvenes líderes de la Iglesia Adventista de The Dalles.

El rey David menciona una y otra vez en este capítulo que “las riquezas y la gloria proceden de Dios…” Así que él no está muy preocupado por el edificio y el dinero con el que se va a construir, sino por el corazón de su hijo Salomón y del pueblo; lo menciona tres veces.


Corazones íntegros y dispuestos son los pilares en los cuales se sienta la iglesia Adventista hispana de The Dalles. Primeramente el corazón de Dios, ya que es el lazo que une a los demás. El ministerio de la hospitalidad, cuidado pastoral, obra misionera, testificación, adoración, y oración son el motor que mantiene palpitando a todos estos corazones, y reserva con vida al cuerpo de Cristo.



Con mucha razón dice la palabra de Dios, “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Quizá nuestras oraciones debieran de cesar de pedir un edificio, dinero, u otras provisiones para con la obra de Dios. Y reemplazarlas con una simple oración, “Danos, Señor, un corazón íntegro.” Ciertamente los estudios bíblicos, la provisión para el templo, el conocimiento de la Palabra, las ganas para ejecutar todo los previsto por Dios, los bautismos y el crecimiento de iglesia vendrá. Un corazón íntegro que se identifique con el corazón de Jesús nos habilitará para ver lo invisible y hacer lo imposible.

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