martes, 21 de enero de 2014

Adora a Dios "Desde el más hondo abismo"

Hay un corito que últimamente ha cobrado un significado muy especial para mi. Dice así:

Desde el fondo del mar
Del más alto lugar
Del más hondo abismo
Te alabaré

Desde mi corazón
Fuerte o débil esté
Cada instante de mi vida
Con gozo yo diré

Que tu eres la roca eterna
Señor sobre el cielo y tierra
Tu eres Dios

Que toda criatura adore
Que toda nación se postre a ti
Señor, tu eres Dios

            No puedo pensar en otra persona Bíblica la cual esté en un abismo más hondo que en el que está Jeremías. En sus libros constantemente expresa frases como:

·      Por esta causa lloro
·      Hierven mis entrañas
·      Mi corazón está dolorido
·      Mis ojos me duelen de llorar
·      Ríos de agua echan mis ojos
·      Muchos son mis suspiros

Desde muy joven es llamado al ministerio, a ser portavoz de Dios. De hecho, la escritura dice que desde antes de que Dios forma a Jeremías en el vientre de su madre, el Creador ya sueña con él, lo aparta y designa como profeta a las naciones. ¡Qué privilegio! Y por si fuera poco, Dios le hace una promesa de primera clase junto con el llamado: “No temas ante ellos, porque yo estoy contigo para librarte. Pelearán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estoy contigo para librarte” (Jer 1:8,19). ¡Tremenda promesa! Sin embargo, la vida de Jeremías no es nada fácil.

Este hombre sufre de depresión. Lo amenazan de muerte, lo persiguen, lo patean, lo humillan y lo insultan. De hecho, en estas afrentas él se frustra tanto que dice, “Cada vez que hablo es para anunciar violencia y destrucción. Así, la Palabra del Señor me ha traído insultos y burla cada día. No lo mencionaré más, ni hablaré más en su nombre” (Jer 20:8). ¡Wow! ¿Y quién no diría eso? En una ocasión hasta lo meten en una cisterna llena de lodo, donde lo quieren dejar morir. Eventualmente lo sacan y lo amarran en el patio de la guardia como a un perrito. En su montaña-rusa de vida espiritual, llega a decir, “Aunque clamé y di voces, cerró los oídos a mi oración” (Lam 3:8).

            ¿Dónde está la promesa de protección? ¿De victoria? ¿De bendición? ¿Te has sentido alguna vez igual que Jeremías? Lo mas probable es que sí. Lo sé porque de igual manera me hace la pregunta una adolescente, “Si Dios existiera, Sergio, me ayudaría con mis problemas…” Con el mismo tono de voz se queja el corazón de una madre al contemplar a su bebe en enfermedad diciendo, “Dios ya no me escucha…” Las frustraciones son reales, las aflicciones ahogan, y pareciera que nadie nos quiere sacar de ese abismo de cisterna la cual promete continuar haciéndonos la vida imposible.

            Sin embargo, a pesar de su situación, Jeremías alaba a Dios del más hondo abismo. Él decide hacer 2 cosas:

1.    Escuchar y obedecer la palabra de Dios

2.    Clamar a él

·      Jeremías 15:16 “Cuando recibo tus palabras, yo las devoro, y tu Palabra es el gozo y la alegría de mi corazón”

·      Lamentaciones 2:18 “Clama al Señor desde el fondo de tu corazón. Vierte lágrimas como un arroyo, día y noche, sin descanso, ni cesen las niñas de tus ojos.”



Quizá tienes una causa que te hace llorar, que hagan hervir tus entrañas, que tengas un corazón dolorido, que te duelan los ojos de tanto derramar lágrimas y que te llevan una y otra vez a los suspiros. No sé que tan hondo es tu abismo, pero conozco a alguien que sí lo sabe. Él te promete de la misma manera que se lo prometió a Jeremías:

a)    Él está contigo (Jer 1)
b)   Él te libra (Jer 1)
c)    Tiene planes de paz y prosperidad para darte un futuro y una esperanza (29)
d)   Si clamas, Él te responderá (33)

Nuestro Señor nos prometió que en el mundo tendremos aflicciones… Pero también nos exhortó a que confiemos porque Él ya venció al mundo.


¡Aférrate a las promesas de tu Creador! ¡Hoy! Y alaba a Dios del más hondo abismo.

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