viernes, 14 de junio de 2013

Poseído por el Espíritu


“Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento impetuoso, y llenó la casa donde estaban… Todos quedaron llenos del Espíritu Santo” (Hechos 2:2,4).




Siempre he oído hablar sobre la posesión demoníaca, pero rara vez, aun de Cristianos, hablamos sobre la posesión del Espíritu Santo. En Hechos 2 se nos habla del descenso del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, y después de un sermón poderoso mas de tres mil personas se entregaron a los pies de Cristo. ¡Amen! ¿Pero será que el Espíritu Santo todavía se manifiesta de tal manera? ¿Cómo lo puedo experimentar?

1)   Se tu mismo

Cada uno de nosotros hemos sido dada una personalidad y una forma de ser única por nuestro Creador en el cielo; ¡Eres único! Y Dios te ha dado ese privilegio de ser diferente. ¿Qué quiere decir esto? Que tu tienes la habilidad con tu personalidad de alcanzar a alguien para Cristo que nadie mas tiene.

Los que me conocen saben que yo soy una persona alegre y me gusta reírme con todos. Ayer con mi risa, ademanes, y mi voz altiva llegué a una casa donde el jefe de la casa me recibió de la misma manera. Conocí a su esposa, a sus hijos, y a los abuelos, y estos me invitaron a cenar. Dicen por ahí que es mejor llegar a tiempo que ser invitado, y yo digo, "Amen!" El hielo se quebró, y entre rizas y chistes luego luego entramos en confianza.

2)   Escucha atentamente

El Señor constantemente nos pone en contacto con personas que necesitan ser bendecidas con palabras de aliento. Así que, de repente, entre rizas y chistes, la abuela de la casa empezó a hablar de su otra hija en México que había sido una mala madre. Atentamente empecé a escuchar y a orar para que Dios me diera las palabras correctas al ella terminar. Mientras contaba los eventos de la historia, la situación de la hija (con 6 hijos y sin padre en la casa), y la relación entre ambas, mi corazón se estremecía y dolía. ¿Cómo pude sentir esto yo cuando ni si quiera las conozco? Y de repente caí en cuenta: Mi corazón estaba sintiendo lo que el corazón de Jesús estaba viviendo.

Mi ser fue sobre tomado por una fuerza diferente a previas situaciones. La Biblia fue abierta, palabras de mis labios fluyeron, oídos y ojos estaban atentos, corazones heridos sangrando, y el Espíritu Santo trabajando llenando la casa donde estábamos. ¡Amen! ¡Gloria a Dios! El llamado del Señor fue aceptado, arrodillándonos en la sala todos clamamos al Todopoderoso. El jefe de la casa también profetizó, y el Espíritu santo se manifestó.

3)   ¡Celebra!

Después de gozarnos ante la presencia del Señor, volvieron las risas y la alegría en la casa. El padre del hogar me susurra, “bienvenido a la familia, compadre.” La señora me empieza a enseñar retratos de cada uno de sus hijos y me comparte los logros de cada uno de ellos; realmente estábamos teniendo una fiesta en esos momento. Lucas 15 nos enseña que en el cielo hay una gran fiesta cuando un pecador se arrepiente, y ¿Por qué no celebrar nosotros también?

El Espíritu Santo desea ansiosamente tomar posesión de tu mente y cuerpo para Su honra y gloria. ¡Anda! ¡Haz la prueba y veraz qué bueno es el Señor! (Salmo 34:8).


Que este día tu puedas ser poseído por el Espíritu Santo.

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