“Y de
repente vino del cielo un estruendo como de un viento impetuoso, y llenó la
casa donde estaban… Todos quedaron llenos del Espíritu Santo” (Hechos 2:2,4).
Siempre
he oído hablar sobre la posesión demoníaca, pero rara
vez, aun de Cristianos, hablamos sobre la posesión del Espíritu Santo. En
Hechos 2 se nos habla del descenso del Espíritu Santo en el día de Pentecostés,
y después de un sermón poderoso mas de tres mil personas se entregaron a los
pies de Cristo. ¡Amen! ¿Pero será que el Espíritu Santo todavía se manifiesta
de tal manera? ¿Cómo lo puedo experimentar?
1) Se tu mismo
Cada
uno de nosotros hemos sido dada una personalidad y una forma de ser única por
nuestro Creador en el cielo; ¡Eres único! Y Dios te ha dado ese privilegio de
ser diferente. ¿Qué quiere decir esto? Que tu tienes la habilidad con tu
personalidad de alcanzar a alguien para Cristo que nadie mas tiene.
Los que
me conocen saben que yo soy una persona alegre y me gusta reírme con todos.
Ayer con mi risa, ademanes, y mi voz altiva llegué a una casa donde el jefe de
la casa me recibió de la misma manera. Conocí a su esposa, a sus hijos, y a los
abuelos, y estos me invitaron a cenar. Dicen por ahí que es mejor llegar a tiempo que ser invitado, y yo digo, "Amen!" El hielo se quebró, y entre rizas y
chistes luego luego entramos en confianza.
2) Escucha atentamente
El
Señor constantemente nos pone en contacto con personas que necesitan ser
bendecidas con palabras de aliento. Así que, de repente, entre rizas y chistes,
la abuela de la casa empezó a hablar de su otra hija en México que había sido
una mala madre. Atentamente empecé a escuchar y a orar para que Dios me diera
las palabras correctas al ella terminar. Mientras contaba los eventos de la
historia, la situación de la hija (con 6 hijos y sin padre en la casa), y la
relación entre ambas, mi corazón se estremecía y dolía. ¿Cómo pude sentir esto
yo cuando ni si quiera las conozco? Y de repente caí en cuenta: Mi corazón
estaba sintiendo lo que el corazón de Jesús estaba viviendo.
Mi ser
fue sobre tomado por una fuerza diferente a previas situaciones. La Biblia fue
abierta, palabras de mis labios fluyeron, oídos y ojos estaban atentos,
corazones heridos sangrando, y el Espíritu Santo trabajando llenando la casa
donde estábamos. ¡Amen! ¡Gloria a Dios! El llamado del Señor fue aceptado,
arrodillándonos en la sala todos clamamos al Todopoderoso. El jefe de la casa
también profetizó, y el Espíritu santo se manifestó.
3) ¡Celebra!
Después
de gozarnos ante la presencia del Señor, volvieron las risas y la alegría en la
casa. El padre del hogar me susurra, “bienvenido a la familia, compadre.” La señora
me empieza a enseñar retratos de cada uno de sus hijos y me comparte los logros
de cada uno de ellos; realmente estábamos teniendo una fiesta en esos momento. Lucas
15 nos enseña que en el cielo hay una gran fiesta cuando un pecador se
arrepiente, y ¿Por qué no celebrar nosotros también?
El Espíritu
Santo desea ansiosamente tomar posesión de tu mente y cuerpo para Su honra y
gloria. ¡Anda! ¡Haz la prueba y veraz qué bueno es el Señor! (Salmo 34:8).
Que este día tu puedas ser poseído por el Espíritu Santo.
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